Que esa lejana colina del espanto,
Dónde solías correr cada vez que alguien se acercaba,
Yacía una foto mía,
Resquebrajada por el tiempo,
Llena de frases en sus dorsos,
Promesas,
De no caer,
Sobre un idiota que vivía amando a esa mujer
Que luego de años,
Desconocía.
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